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La Evolución Consciente hacia un Hogar Armonioso

Ayma en ti,

Lo que ahora nos ocupa es el proceso de instalación de las bases que van a configurar los fundamentos que deben sostener nuestro hogar-planeta. La paz es indiscutiblemente uno de ellos. Todos los seres de conciencia están clamando, desde lo más hondo de sus anhelos, para que la paz sea un estado natural y la convivencia entre los distintos pueblos y creencias sea un hecho.

Nos insta, antes que nada, a que la paz sea instalada en el corazón de cada ser. Tener la paz en el corazón significa que esta energía poderosa debe circular por nuestras arterias de forma real y tangible para que se vaya inoculando en cada célula, órgano y músculo de nuestros cuerpos. Inspirar y exhalar paz en cada respiración, para que esta repercuta en cada relación que tengamos, en los lugares donde moramos y transitamos, y en cada acto que realizamos. Una paz verdaderamente inspirada desde la conexión con la fuente creadora y el poder divino del amor universal.

De ahí la gran importancia de asentar en cada uno una verdadera salud física, mental y emocional para ir abriendo paso a unas relaciones con los demás seres y con el entorno que provengan de la absoluta y verdadera voluntad del bien. Las buenas maneras, los compromisos, los convencionalismos, la falsa modestia, el interés abusivo y un largo etcétera de comportamientos basados en la hipocresía deben dar paso a otras relaciones donde se priorice el respeto, la sinceridad, la equidad y la auténtica fraternidad para todos los seres vivos.

Vivamos de forma consciente el hecho de que estamos recibiendo las herramientas necesarias para reprogramarnos. Individualmente hemos estado sanando nuestras memorias celulares y nuestros linajes. Es totalmente cierto que vamos recibiendo asistencia de nuestros guías y hermanos mayores para que esto se haga, simplemente debemos pedir y recibiremos. Es responsabilidad nuestra limpiar rastros de antiguos dolores, todos y cada uno de nosotros. Cuantos más seamos que de forma consciente estemos llevando a término esta transmutación personal, más pronto se conseguirá la masa crítica necesaria para que sea transferida a toda la humanidad.

La ascensión es un hecho, un acto de evolución y un reemprender el camino hacia casa. Juntos hemos dado la vuelta a la llave para que el flujo del amor incondicional vaya inundando los corazones. El cambio de frecuencia se está dando y asistimos a la proliferación de grandes redes neuronales que nos van conectando como un solo ser a un sentir totalmente compasivo y amoroso que se expande y expande. Nuevas semillas estelares están encarnando, cada vez veremos más niños que recuerdan su procedencia y reconocen espontáneamente sus propósitos. La frecuencia cristalina de estos nuevos seres, en ningún caso se estaría instalando en el planeta si no existiera la seguridad absoluta de que ya es posible una convivencia pacífica y armoniosa.

Hermosos seres de luz, constantemente debemos recordar lo que somos. Nuestros componentes biológicos nos unen a todas las especies que habitan en la Tierra, en nuestro cerebro se manifiesta toda la evolución desde que la primera célula experimentó la vida dentro del agua. Todo el camino está escrito dentro de cada ser humano. Los códigos de supervivencia habitan en nosotros para la conservación de la especie y debemos ser conscientes de que muchas de nuestras reacciones más primarias provienen de ellos.

Comprender nuestra propia biología es determinante para poder ser capaces de empatizar con nuestras emociones, sobre todo aquellas que se manifiestan con más fuerza y, a veces, a través de la violencia. Fuerza y corazón deben estar unidos para que la compleción como seres humanos sea dada.

La lucha por el territorio es una de las conductas que proviene de los códigos más antiguos que instan a la supervivencia. El sin razón se sirve de este instinto primario para perpetuar los estados de lucha, guerra y desavenencia para conseguir sacar partido de ello. Evidentemente, el sacar partido también es un subproducto de los antiguos códigos y, aunque pensemos que el mundo está lleno de seres desaprensivos que se aprovechan de los más débiles, lo que en realidad se manifiesta es una lucha intensa por la supervivencia, desprovista evidentemente del amor.

La inteligencia que nos diferencia del resto de las especies viene dada por una más alta evolución del córtex cerebral, sobre todo por el lóbulo frontal. Ser inteligentes no nos hace mejores si no emprendemos el camino de la conciencia conectando con nuestro corazón y desarrollando la empatía compasiva y amorosa. Nuestros orígenes biológicos están claramente estudiados y podemos empezar a relacionar nuestra parte más oscura con los instintos más primarios que forman parte de nosotros. Si llevamos esta idea a la conciencia, ya habremos recorrido buena parte del camino.

Nuestra parte energética espiritual está en fase de puesta a punto, cada vez más personas son conscientes de que poseen un cuerpo luminoso y un sistema de chakras que debe estar en equilibrio para poder obtener una mejora radical de la salud. Reconocer que tenemos un cuerpo de luz es una comprensión que se hace evidente cada día más y más. El paso siguiente es reconocer la propia naturaleza divina encarnando un cuerpo físico; este reconocimiento se está dando en muchos seres y esto repercute en un mayor grado de conciencia general.

A medida que se integra toda la información de forma holística, es cuando empezamos a ir más allá de la biología y empezamos a desarrollar el llamado cuarto cerebro que permite al cuerpo físico experimentar la multidimensionalidad, algo que en un estadio anterior pertenecía tan solo al espíritu y que se experimentaba durante el sueño, en estados alterados de conciencia, la meditación y en el traspaso de la muerte física. Ahora ya es posible experimentar desde el cuerpo físico entendiendo que se trata tan solo de un cambio activo de frecuencia en que nuestro ADN básico empieza a reaccionar, recibiendo la estimulación necesaria para empezar a experimentar las capacidades del nuevo eslabón hacia donde caminamos los humanos dentro de los distintos cuerpos ya activados.

Necesitamos soporte, fuerza de voluntad y también un gran entusiasmo para emprender la aventura consciente de la evolución. Debe producirse el abrazo íntimo entre el instinto y la conciencia, dentro de cada uno, y revertirlo directamente al plano superior compartido para que vaya desarrollándose la gran mente que va a materializar el cambio. No se trata de una experiencia mística individual, sino de un gozo constante de aceptación amorosa y de la disolución del velo de la separación.

Apoyados e infinitamente amados, recibamos cada información que resuene armoniosamente con nuestro ser y trabajemos activamente para la instalación de la paz desde nuestros lugares y a través de nuestros actos y decisiones.

Namasté.